Las cosquillas ocurren en el cerebro, no en la piel...
¿Por qué nadie puede hacerse cosquillas a sí mismo? Porque el cerebro predice dónde ocurrirá el estímulo y ya no le parece “divertido”. Muchos y variados experimentos demostraron que: No funciona intentar hacerse cosquillas con un objeto, como una mano robótica, si nosotros mismos lo controlamos; nuestro cerebro lo integra a su mapa mental del cuerpo. Sin embargo, si hay un mínimo retraso entre nuestra orden y la reacción del robot (~200ms), la sensación de cosquillas aparece (y se intensifica cuanto mayor es el retraso). Las personas esquizofrénicas -que frecuentemente carecen de conciencia de sus propios movimientos- pueden hacerse cosquillas a sí mismos y sentirlas con gran intensidad. Todo esto lleva a pensar que el cosquilleo es en realidad una reacción del cerebro ante su poca capacidad de predecir un estímulo táctil. Ayuda el hecho de que el cerebro sabe que el estímulo no representa un peligro, sino que es una especie de juego sensual. Pero, ¿para qué sirven las cosquillas? Si bien son pequeñas sorpresas placenteras para el cerebro, pasado cierto umbral se vuelven molestas y hasta insoportables. La teoría actual es que se trata de un mecanismo de aprendizaje: los niños son más susceptibles a las cosquillas porque deben aprender cuándo un estímulo externo comienza a representar una amenaza (por ejemplo, una araña caminando sobre la piel). También se cree que podrían ser una forma de fortalecer los vínculos familiares, ya que por lo general son los padres quienes comienzan a demostrarle al niño este efecto, y éstos aprenden que no deben temerles.
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